No perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco,
y me siguen, y yo les doy vida eterna;
y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor
que todos, y nadie las puede arrebatar
de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.
Juan 10:27-30