Digamos Soy Libre!
Romanos 8:1-4
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,
pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado.
Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana,a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.